Las cualidades de los padres de Juan

“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elizabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor” (Lucas 1:5-6).

Dios siempre ha escogido personas humildes pero de grandes convicciones para cumplir su propósito. Al escoger a los padres que traerían al mundo a la persona que “prepararía para el Señor un pueblo bien dispuesto” (v. 17), Dios escogió a una pareja de ancianos que provenían de la raza sacerdotal.

¿Cuáles eran las cualidades de estos ancianos?  Veamos cuales eran los puntos fuertes y logros de Zacarías. Era un hombre justo, fue un sacerdote de Dios, una de las pocas personas que un ángel visito directamente. A pesar de todas sus buenas cualidades, no era perfecto. Como humano tenia debilidades y cometía errores. Como humano cuando el ángel del Señor le da la noticia de que sus oraciones habían sido escuchadas, y que en su vejes Dios les daría un hijo, Zacarías le responde al ángel: “¿En qué conoceré esto? pues yo soy anciano, y mi mujer avanzada en sus días”. Dios quería enseñarle a Zacarías, que los impedimentos físicos no limitan a Dios.

Por su parte, Elizabet aunque era parte de la raza sacerdotal, su ocupación era ama de casa. En sociedades como la israelita en las que el valor de la mujer se media por su habilidad para concebir hijos, no tenerlos, a menudo, conducía a dificultades personales y vergüenza. Para Elizabet su esterilidad significo soledad y sufrimiento, sin embargo, permaneció fiel a Dios. Elizabet era conocida como una mujer profundamente espiritual. Mostro no tener dudas acerca de que Dios podía cumplir con sus promesas.

Cuatro lecciones que nosotros demos aprender de estos ancianos son: (1) Los impedimentos físicos no limitan a Dios. (2) A veces Dios cumple su voluntad en formas inesperadas. (3) Dios no olvida a quienes le son fieles. (4) Los métodos y el tiempo de Dios no tienen que ser los que esperamos.

Dios te bendiga

Dr. Alfonso Díaz

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